Yo también fuí a ver al Escribano nival (Plectrophenax nivalis) que descansó unas semanas atrás en el área recreativa de Moniello, en las afueras de Luanco (Gozón). Y es que si hace unas semanas os hablaba aquí precisamente de la familia de los Escribanos: Los Escribanos y entre ellos de los esquivos y ariscos E. nivales que me habían tocado hasta el momento, posteriormente me he redimido (y de qué manera...) con este ejemplar concreto.
Quiero comenzar hoy dándole las gracias públicamente a la buena voluntad y generosidad de José Antonio García Cañal, quién avisado por su amiga Charo, puso sobre aviso a los demás "parroquianos", pese al riesgo que corren este tipo de avisos públicos y las consiguientes "romerias" que le siguen. Aqui abajo su blog:
Nos visita un Escribano Nival
Cómo decía en aquella entrada anterior, el Nival es de todos los Escribanos que acuden regularmente aquí "el deseado", ya sea porque algún ejemplar siempre aparece por nuestras costas en escaso número durante el invierno, o quizás atraiga a los observadores por su procedencia geográfica, o a los reporteros gráficos les guste estéticamente por los colores níveos que presenta su plumaje.
El caso es que el bicho es un ave singular que le gusta a todo el mundo. Es un ave invernante que por tanto no se reproduce en la Península, sino que tendremos opciones de verlo solamente en invierno y fundamentalmente en el Norte peninsular. La tundra Siberiana o las costas y montañas de Escandinavia es su hábitat natural. Os lo digo por si os apetece coger un avión e ir a verlo...
Aquí suele ocupar zonas del litoral costero, rasas costeras, playas etc, y excepcionalmente en zonas interiores o roquedos. Me llama la atención verlo con frecuencia en los blogs españoles que visito en zonas humanizadas y bastante transitadas: áreas recreativas, parkings de playas etc.
Por ejemplo recuerdo el ave confiada que apareció hace ya unos años casi en la terraza del bar que hay justo en el Cabo Peñas y cuyas plumas aparecieron al poco tiempo por allí (es lo malo de ser confiado y a la vez compartir espacio con diez gatos...).
Por cierto un lugar habitual para esta especie es precisamente esta zona de la rasa costera del Cabo Peñas, en dónde se pudieron ver dos ejemplares este invierno pasado, aunque cómo digo, eran aves bastante esquivas y desconfiadas.
Por lo que la observación y las consiguientes fotografías fueron a larga distancia. Yo sólamente logré fotografiar al último de ellos un ave de plumaje juvenil que hacía todo lo posible por no dejarse ver.
Así que con toda la ilusión del mundo nos fuímos a Moniello para poder ver y fotografiar decentemente a este nuevo ejemplar, sin prisa pero tampoco sin pausa, por el consiguiente miedo de llegar y que ya se hubiera marchado, ya que tenía toda la pinta de un ave que se hubiera detenido en su migración a "repostar" para continuar hacia el Norte su viaje de regreso.
Con toda seguridad este ejemplar en concreto ha invernado en otra zona diferente, puesto que quince días antes pasé por allí echando un ojo a la zona detenidamente buscando Bisbitas "raros" o fotografiando a los Colirrojo tizón (Phoenucurus ochruros) habituales del lugar entre otras cosas, y desde luego no había ningún pájaro blanco camuflado entre ellos. Además es una zona bastante transitada y por las características mansas del ave y su llamativo color, seguramente le llamaría la atención a cualquier "mortal" ajeno al mundo de la pluma.
Reconozco que mi llegada a primera hora de la mañana fue un tanto accidentada, dado que con total desconocimiento por mi parte y con el consiguiente sobresalto, al llegar al parking literalmente casi aparco encima del ave. Y es que yo contaba con ver al ave en el área recreativa y su verde pradera, y no entre los coches del mencionado aparcamiento.
El ave ciertamente ni se inmutó o hizo ademán de espantarse (y tengo testigos de ello) y es que sin bajarme del coche ya comprendí uno de los peligrosos hábitos de este bonito ejemplar: la de pulular entre los coches (aparcados y en movimiento) en la búqueda de alimento entre las plantas que crecen entre el hormigón del propio parking del área recreativa. Incluso en una ocasión que pasó un coche (ajeno a todo esto) nos llegamos a echar las manos a la cabeza (y seguro que alguno cerramos hasta los ojos) pues el ave se dedicaba a "recortar" a los coches.
Tras esta anécdota y el mal sabor de boca que tenía debido a este mal comienzo, pude disfrutar de mi primer Escribano nival manso, quizás cómo digo: excesivamente manso. Y es que las decenas de personas que pasaron por allí a verlo, fotografiarlo etc. durante esos días pudieron llevarse un buen recuerdo para casa, dado que el ave era cercana y posaba cómo un auténtico modelo, ajeno al revuelo de su alrededor.
Cómo "a quién madruga Nikon ayuda" pude hacerle todas las fotos pertinentes con toda la tranquilidad del mundo, sin prisa, sin mucha gente alrededor y sin presionar al ave. Hubo un momento incluso en el que tumbado en el suelo a unos 10 metros del pájaro comenzó a acercarse a mi posición poco a poco, acabó literalmente pasándome a un lado mío y yo mientras inmóvil por miedo a espantarlo.
El "cascanueces" (aka Sigma APO 150-500) tiene una distancia mínima de enfoque de 220 centímetros, por lo que en muchas situaciones tuve que literalmente recular para atrás para ganar la suficiente distancia y lograr enfocar al ave.
Observándo al nival enseguida te das cuenta de que el propósito del mismo era buscar alimento de manera "intensiva", teniendo predilección por una serie de pequeñas flores (desconozco su nombre concreto) pero debían de ser sabrosas dado la frugalidad con las que las consumía incesantemente.
Y es que no sé de dónde vendría el bicho pero hambre traía, o quizás seguramente estaría cogiendo las fuerzas necesarias para un largo viaje de vuelta a sus tierras norteñas.
Posteriormente cuando el resto de gente iba llegando con el mismo propósito yo dí casi por terminada "mi función", cediendo mi sitio para el disfrute de los demás y dedicándome a mi otra cualidad: la oratoria. Y es que un hecho así también hace que se reunan gentes con las mismas aficiones y que no siempre puedes ver en persona.
La fotografía te proporciona una serie de cosas pero a mi por lo menos me descentra de la propia observación detallada del ave, ya que con el ojo pegado al visor sinceramente estoy más pendiente de encuadres, distancias focales, balances e ISOS... Por lo que o antes o después de la fotografia disfruto sobremanera dejando la cámara colgada a un lado y centrándome en observar al bicho a ojo o con los prismáticos, con pausa y sin distraciones.
Aprovechamos esta situación para poder ver al detalle todas las particularidades que muchas veces aparecen en las guías y que luego a pie de campo con el ave delante no permite contrastarlas. Si bien antes ya había observado al ave es ahora cuando pude ver por ejemplo sus características fuertes patas negras, su peculiar pico con su curiosa forma cónica, su plumaje níveo en pecho, el pardo/rojizo de su dorso o los tarsos emplumados, que al estar húmedos al caminar por el "prao" mojado, destacaban más y le daban un aspecto singular. Incluso me parecieron graciosas sus "arrugas oculares".
Tarsos emplumados:
Patas largas, fuertes y de color negro:
Plumaje en el pecho blanco níveo:
Forma del pico con punta negra y "arrugas oculares":
Mientras miraba para el pájaro y para los fotógrafos inmersos en la tarea de retratarlo pensaba que gracias a este Escribano y su cercanía habremos aprendido mucho sobre la especie y que quizás en futuras observaciones de esta especie en otros lugares no haya tanta "presión humana" en la búsqueda de la foto y con ello podamos molestar al ave en su descanso, yo me incluyo. Por lo que pude saber posteriormente el ave continuó allí en los días posteriores y finalmente marchó. Hasta aquí la entrada de hoy, que paseís unas buenas vacaciones y gracias por las visitas y comentarios.