Hola amigos/as de la natura!!
Hoy ,aún con agujetas y algún calambre, toca hablar de una bonita y escasa ave a la cuál tenía personalmente muchas ganas de dar con ella y poder observar especialmente en esta época, toca hablar de uno de los "especialistas" alpinos, de la alta montaña: el Gorrión alpino (Montifringilla nivalis).Al que también parece ser que se le llama "gorrión nival", o "pardal de alta montaña" ambos nombres en este caso son muy apropiados por el entorno por el que se mueve este bello pájaro.
Y es que recordando la discursión/conversación de un gran conocedor de la fauna como es Xuan y un desafortunado espontáneo, todo ello mientras colocábamos unas cajas-nido en un parque de la ciudad, me recordé de la trampa que sagazmente preparó el amigo Xuan, preguntando a aquél hombre (que se autodefinia "el mejor conocedor de páxaros del mundo") por cuántos tipos de gorrión conocia el infeliz hombre para así poner en prueba sus "grandes conocimientos" en aves... Claro está que el incauto paisano cayó en la trampa pensando que le tomaba el pelo y respondiendo que solamente había una sola especie de gorrión, el Gorrión común "el de toda la vida".
Como suelo repetir: no soy biólogo ni experto pero seguramente hace miles de años todos los gorriones sí procedían de uno sólo, y tal vez tuviera razón de aquella el paisano y procedieran todos de nuestro gorrión común, ave abundante y urbano que todos conocemos y que es el ave que habita en mayor parte del mundo, pero ciertamente el gorrión debió de especializarse según el entorno en el que iba habitando, apareciendo por ejemplo: el gorrión chillón, el moruno, molinero, alpino...
Cómo veís no solamente existe el típico gorrión de ciudad, urbano, oportunista y que se adapta a todo tipo de edificaciones y entornos, sino que también existe un gorrión de la montaña y no precisamente en cualquier montaña, sino que al Gorrión nival le gusta subir bien alto.
Personalmente desde las fugaces y lejanas observaciones que había tenido hace ya mucho tiempo, casi en la era "pre-réflex digital", tenía interés en acercarme a la montaña y dedicarle unas horas a esta bonita ave que puede que por ser gorrión parezca de antemano que es un ave normal, abundante y sencilla, pero que en cambio observada en su medio es un ave sorprendente ya desde el duro hábitat en el que vive pasando por su bello y adaptado plumaje. Cómo digo solamente en las estribaciones situadas en una cota de entre unos 1.700 y 2.000 y hasta 3.000 metros podemos encontrarlo, y tampoco sirve cualquier altitud, sino que tiene que ser o bien en dos reductor: en la Cordillera cantábrica /Picos de Europa y en los Pirineos.
De los gorriones es quizás el más llamativo y singular en cuanto plumaje, pues observándolo de cerca predomina en su pecho, parte de la cola, paneles alares y partes inferiores el blanco sobre el tradicional pardo característico de esta familia.
Ese blanco lógicamente tiene su finalidad cuando se desplaza por el suelo de los canchales en busca de alimento, pues en un suelo nevado (o con neveros) será más complicado detectarlo para cualquier enemigo que pretenda desayunarlo.
De buen porte es el más grande y robusto de la familia y junto con ese singular plumaje hacen que cuando lo ves no hay error o confusión con otra especie en estas latitudes y más aún cuando vuela, pues con tanto blanco en su fuselaje hacen que de el cante al instante.
No conozco censo alguno ni situación actual de la especie, pero pienso que como muchas otras aves alpinas, por la singularidad y el aislamiento de su hábitat unido a las dificultades y dureza de la vida allá arriba o la presencia de múltiples depredadores, nunca debió ser un ave muy abundante. Por el contrario, al igual que el Acentor alpino, es un ave que puede sorprender en su primera observación primero por el gran tamaño o el color de su plumaje, pero también porque se muestra extrañamente confiado ante la presencia del hombre.
El gorrión alpino es teoricamente un ave sedentaria, si bien cuando llega el crudo invierno a los cordales más altos e inóspitos de la montaña, pues como el resto de animales que viven por allá, se ve obligado a desplazarse a otros lugares más bajos y con condiciones climatológicas más benignas, pudiendo desplazarse a otros lugares no tan propios y característicos que se le presuponen, pero eso sí nunca bajando menos de los 1.000 metros.
Montaña y altura, canchales y laderas, roquedos con neveros y pastos alpinos son los lugares idóneos para buscar a este ave, por lo que en este caso tocaba ponerse las botas, disfrazarse de montañero y cargar con equipo y víveres. Con las aves y más especialmente con las especializadas en alta montaña ocurre lo siguiente (o al menos esa mi experiencia) puede ser que llegues y cómo se suele decir sea "llegar y besar el santo", o puede ocurrirte cómo a mi en este caso que en un espacio concreto, con presencia segura de la especie y con citas en días anteriores o en el mismo día, no sea capaz de ver ninguno o al menos de manera decente; en cambio otros días puede que literalmente y con la confianza que tiene la especie, se te posen al lado a comer flores como en mi última visita.
De las tres salidas que le dediqué subí la primera vez con la esperanza de poder verlo rodeado completamente de nieve, en un ambiente de postal (o esa era mi idea desde casa), la realidad es que a pesar de que el invierno había pasado y no era de los peores en cuanto a nieve, antes tan siquiera de llegar al puerto éste ya se encontraba cerrado por la acumulación de nieve, por lo que además de subir el puerto a pata dejando el coche abajo, tocó ponerse serio para poder ir avanzando por dónde en teoría transcurría el asfalto.
Una vez coronado y a unos 1600-1700 m. las polainas y las patas largas no fueron suficientes para avanzar sobre la nieve blanda, por lo que acabé desistiendo a falta de 2 kms y con nieve por la cintura en algunos tramos. Además dado la ausencia de otras alpinas (chovas, treparriscos o acentores...) me daba que me había adelantado a la llegada de los gorriones a sus cuarteles de primavera-verano.
En la segunda ocasión ya iba con lección aprendida y "jarto" de pisar nieve (que bonita es para fotografiarla, pero para caminar por ella...) por lo que fuí con un radiante y primaveral día de sol, tampoco es que fuera a piñón por este ave y no me sirviera otra cosa, sino que también hay que dejarse llevar y ver lo que nos ofrece la montaña que por otro lado no es poco.
Bicho aquí bicho allá. cuando después de comer llegó el turno de centrarse en el gorrión y su localización, pero las cosas como son, antes de la que la densa niebla me echara de allá no había ni rastro del plumado. Así que tocaba irse para casa y nueva disculpa para darle a la Tamy... Por lo menos al gran Roberto y a mi un zorrete nos dejó unos minutos de observación mientras buscaba algún topo o roedor en las amplias praderas, hasta que la niebla también se lo tragó... Y es que un día de sol aquí arriba en cuestión de minutos se puede volver desapacible.
A la tercera cómo se suele decir va la vencida o en mi caso: va mi cabezonería, porque esta vez ya eran más horas, más pronto, más pateada y más centrado en esta y quizás otras dos especies más, que por compartir el mismo espacio, podría dedicarle algún tiempo, eso sí: con la cabeza puesta en el gorrión. Cada ave en la montaña tiene su sitio; los bellos y llamativos Escribano cerillo en la zona baja, la de piornal, recién llegados pues éstos son de los que vienen a criar y han invernado en otros continentes.
Comparte espacio con otros de la familia, el también bonito pero menos llamativo Escribano montesino.
Dejando el piornal atrás, comienza el territorio fielmente defendido por la bella Collalba gris, praderas alpinas pero con algo de piedra en dónde críar en sus huecos y utilizarlas además como perchas:
Más arriba aún, cuando el verde se acaba y comienza la piedra comienza el reinado del Acentor alpino, quizás el más conocido de las aves alpinas y desde luego, de los que más se dejan fotografiar. Además este es de los primeros en llegar tras las nevadas y de los últimos en marchar.
Ya en la propia base de la montaña, en dónde ya hay que trepar, habitan otras aves rupícolas, como por ejemplo el estival y bello Roquero Rojo, que ya con su nombre lo dice todo. Ave que se posa en las crestas más inaccesibles y que mantiene las distancias mientras emite su bonito y melódico trino. A este habrá que dedicarle un buen reportaje próximamente pues el ave bien se lo merece:
O también el pájaro más emblemático de cualquier montaña, el más esquivo y deseado por todo ornitólogo cuando sube a la montaña: el Treparriscos. En este caso aparece en la lejanía entrando y saliendo de un prometedora grieta en la base de la montaña. La foto no hace justicia del espectáculo que me dio "mariposeando" de lado a lado de la pared seguramente buscando alimento y de cuando en cuando con su característico reclamo.
Todo ello con las tradiciones Chovas de banda sonora, tanto la abundante Chova piquiroja como la alpina Chova piquigualda, éstas lo mismo andan arriba en los riscos posadas que abajo en los prados alimentándose. Cómo buen córvido, oportunistas e inteligente, se entretienen cortando el aire haciendo malabarismos casi impropios de un ave de ese porte.
Y por el cielo patrullado por las grandes rapaces: Aguila Real, Cernícalo, Alimoche, culebreras, algún Milano negro o el Buitre leonado:
Imposible no tirarles una foto, pero centrándonos en el título de la entrada de hoy, cualquiera que hubiera venido conmigo las dos primeras veces seguramente se llevaría una impresión completamente diferente del Gorrión alpino que en cambio en esta última visita, pues si en las dos primeras cierto es que no hubo ni rastro de ellos, en esta última y definitiva ocasión fueron los gorriones los que dieron conmigo y no yo con ellos. Lo fácil sería hacer referencia a lo vivido positivamente con la especie y omitir los intentos infructuosos anteriores, pero hay que ser justo y decir que me ha costado mucho más de lo deseado y me ha hecho sudar como hacía mucho tiempo que no hacía. Cómo digo otros (amigos incluso) les fue mucho más sencillo, menos épico y desde luego más placentero la observación de este bello ave días atrás.
Por ello quizás la primera observación buena que he tenido con el gorrión fue doblemente grata, primeramente por lo anteriormente descrito y en segundo lugar por la situación de ver llegar volando a una pareja de gorriones emparejados, cortejando y de cuando en cuando comiendo florecillas, todo ello solamente a unas decenas de metros de mi posición.
Fotograficamente hablando, lo malo de subir a la montaña en estas fechas (o con días despejados de sol) es que puedes caer en el error de pensar que así tendrás mejor luz (y más los del norte que nos pasamos el año a "oscuras") pero cuando la distancia es amplia, el ave encima no ayuda al ser blanca y se mueve entre piedras que absorven el calor... hace que ya a media mañana se produzca una incómoda reveración y refracción de la luz del sol, por lo que si además el fotografo es malo el resultado es que las fotos lógicamente sean una mierda, y que encima pierdas más el tiempo en corregirlo inútilmente en los parámetros de la cámara que en la observación en sí.
Aún así (y borrando muchas de las fotos obtenidas) en algunas imágenes "salvables" se puede también apreciar el dorso marrón en contraste con el blanco de las partes inferiores y todo ello coronado con una cabeza gris y un pico en esta época negro y en invierno amarillo.
Visto de cerca desde luego se cumple la descripción de lo que marcan las guías, no deja de ser un gorrión esbelto (especializado en la montaña) con el comportamiento y los gestos que se asemejan a los gorriones de ciudad, pero eso sí con un plumaje que llama la atención ya a lo lejos (en especial los panales alares y de la cola) y con algo soprendente: una variedad en el repertorio de trino, mucho más rica que sus parientes y quizás acentuada por la época en la que nos encontramos, que hace que ir a cualquier sitio de la montaña sea un placer visual y ahora también sonoro.
Ladera arriba en pleno pedregal observo un pequeño grupo de tal vez 4-6 aves, no deben de ser grupos muy amplios, pero estos dos que tengo más cerca se ve que ya van a lo suyo y pasan de multitudes, se han alejado del resto del pequeño grupo y el macho hace un Camachuelo, básicamente seguir a la hembra pero realmente hacer poco, pues es la hembra la que pronto se dedicará (si no lo está haciendo ya en esos momentos) a la construcción del nido y puesta de la única nidada del año. El macho en cambio a pesar de que ayuda a la hora de empollar, esperará a la hembra pacientemente y la acompañará allá dónde ésta vaya.
Al marcharse volando el macho hace lo propio tras ella, montaña arriba parecen dos bolas de nieve en movimiento, y a la vez me dan una pista de en dónde pueden estar fabricando su chabolo.Toca subir entonces ladera arriba, sin más senderos que los que marcan los mismísimos rebecos que me miran desconfiados a lo lejos, pues los humanos aún no somos muy frecuentes por sus dominios y menos aún cuando se juega una final de liga...
Encuentro una posible explicación del porqué no he dado con ellos en mis anteriores visitas y es que los gorriones (al contrario de lo que se puede pensar) veo que prefieren moverse por la cara norte de la montaña, formada completamente por paredes verticales de piedra caliza, más fría y expuesta a los vientos y que podríamos pensar que es menos adecuada para criar sin embargo la ladera sur, más llana, soleada y con vegetación herbácea solamente la utilizan para alimentarse y moverse en grupo, pues están más expuestos a los depredadores y los nidos serían también más accesibles por tierra.
Vuelvo a sentarme en una vaguada entre dos montañas emblemáticas, el paso de ruidosos grupos de multicolores ataviados montañeros no parece molestar en demasía a las aves, tampoco algunos de los escaladores que ya comienzan a trepar por las cumbres soleadas. En este estratégico lugar y relajado (sin la intención ya prioritaria de fotografiar) y sí de observar y disfrutar del paisaje, apuro los últimos momentos del día.
Además desde aquí veo cómo aprovechan este punto más bajo para pasar del lado vertical y rocoso del Norte a las praderas del sur. No hay mejor manera de relajarse al sol en un estupendo día primaveral en la montaña asturiana.
Espero que os haya gustado la breve entrada de hoy; por último os dejo un breve vídeo que recomiendo ver en calidad HD.
Gracias por las visitas y los comentarios!!
Enhorabuena por las observaciones y las fotos. Este mismo fin de semana subí a Alto Campoo (hasta una cota de 2100 m incluso), había poca gente y aún así en todo el día pateando ni rastro de gorriones alpinos ni de acentores alpinos. El roquero rojo sí. Pero es que llevo ya este año 4 intentos en sitios diferentes, desde el norte palentino hasta Luena, en la zona burgalesa y nada de nada, que tengo la negra. Por eso doble felicitación.
ResponderEliminarHola Dani, gracias por pasar por aquí, me alegro de que te haya gustado la entrada. En Alto Campoo tengo constancia de que al menos alguna pareja criaba por allá, pero lo de estos bichos es así... Yo si no hubiera ido esta última vez o otra gente los hubiera visto antes que yo, diría y hasta juraría que no los hay en el sitio en dónde precisamente he sacado estas fotos. Los bichos que se mueven por allá arriba son asi.
ResponderEliminarEspero que más tarde o temprano logres verlos, es un pájaro precioso.
Un saludo y gracias por animarte a escribir
Estupenda entrada de la fauna de la montaña, se nota que la rodilla funciona bien. Un saludo
ResponderEliminarHola Miguel!! Estas sé que te gustan especialmente porque además algunos de los actores principales te serán viejos conocidos.
EliminarLa rodilla cuesta arrancar, pero una vez "engrasada"...
Un saludo!!
Bueno bueno, menudas joyitas que has pillado.Ademas refelejando claramente que aqui si que hay que tener fondo y ganas!! bien merecido.
ResponderEliminarSaludos camperos!
Eskerrik asko Haritz!!
EliminarMás ganas que fondo, que estoy cien gordote... jejeje
Gracias a los gorrionacos estos he bajado casi un kilo, tanta ladera arriba, ladera abajo....
Un saludo amigo
Vaya entrada más guapa, Juancho, si señor, prestome un montón.
ResponderEliminarun abrazo
Hola amigo David!!
ResponderEliminarGracias por el comentario, me alegro de que te haya prestado pues tb. la zona es conocida por tí.
un saludo!!
Como siempre muy buenas fotos y muy bien documentado...es un placer leerte..Salud!!
ResponderEliminarGracias amigo Xurde!!! Me alegro de que te hayan gustado las fotos, un saludo para tí también!!
EliminarBuenas fotos, la fauna de altura siempre hace sudar. La zona de Ubiña es buen sitio en verano. En primavera, y no digamos en invierno, con temporal de nieve, el pobre gorrión también escapa, y los tengo visto por decenas en el modesto Monsacro, tan muertos de frío como yo.
ResponderEliminarHola Iván!!
EliminarGracias por pasar por aqui, tienes razón, allí para lograr objetivos hay que sudar el calcetín. Yo he pasado por allí en todas las estaciones y sin duda me quedo con estos días primaverales, antes de que suba el ganado o haga más calor y lo "dore" todo. Ahora todo esta verde y aun no pacido ni pisoteado por esos rumiantes.
Un saludo amigo
Hola amigo, estupendas fotos y estupenda historia. Decirte que el gorrión alpino (Montifringilla nivalis) es un fringílido, no un passérido como los demás gorriones, y aunque se le conoce comunmente como gorrión, realmente es un pinzón. Un cordial saludo
ResponderEliminarHola Abraham, si no me equivoco, el gorrión alpino es del género Montifringilla, de la Familia Passeridae. Los pinzones son de otra familia, la familia Fringillidae, y el género Fringilla. Por lo tanto no es un pinzón, aunque tampoco pertenece al género del resto de gorriones.
EliminarUn saludo!