26 de mayo de 2014

CHORLITEJO CHICO. (Charadrius dubius)

Hola amigos/as!!
¿Estáis cansados de tanta final de Champions y de tanta elecciones europeas?, pues entonces este hoy es vuestro sitio porque hoy toca hablar de uno de los limícolas que personalmente más me atraen tanto por su plumaje como por sus características o su escasa presencia en la región, así que hoy toca falar del pequeño y bello Chorlitejo chico.(Charadrius dubius).
Por aquí en el Norte ya conocemos bien al otro chorlitejo, el grande, pero la diferencia entre el escaso Chorlitejo chico y el desconfiado Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula) son bastante evidentes, por lo que con una observación buena no puede haber lugar a la confusión. Descarto de la comparación con el Chorlitejo patinegro dada su escasez en Asturias durante los pasos.
En primer lugar morfológicamente el Chorlitejo chico es cómo su nombre indica más pequeño que el C.grande, no solamente es más pequeño en cuanto a tamaño sino que es más estilizado, con unas largas patas color carne o un pico más fino, éste además es más largo y más oscuro, y con plumas terciarias más alargada.
Pero la principal diferencia que se observa incluso a larga distancia es el anillo ocular amarillo tan característico de la especie y que lo hace inconfundible. Al parecer más marcado y grueso en el macho que en los ejemplares jóvenes o en las hembras.
Otro dato que puede ayudarnos a diferenciar (aunque el factor anillo ocular amarillo es definitivo) es el tipo de hábitat, ya que al Chorlitejo grande es un limícola marino, le gusta el acantilado ("el pedreru"), litoral marítimo, playas etc. En dónde se muestra como un ave cauteloso y que marca bien las distancias. En cambio, si bien puede aparecer en este mismo ambiente (preferentemente fuera de la época de reproducción) el hábitat idóneo del C. chico son las aguas dulces interiores de recodos de ríos, lagunas, embalses y graveras. Allí se instala en las orillas, islas o bancos de grava y arena, estableciendo el nido en el suelo. Es un ave que por el contrario, se muestra muy confiada.
Esta especie también se ha adaptado curiosamente a zonas de tierras removidas por el hombre y sus obras (autopistas, dragados de ríos, márgenes de polígonos industriales, canteras etc.) siempre que el terreno tenga escasa vegetación y sea compuesto mayoritariamente por áridos. El hecho de utilizar este tipo de "nuevos hábitats artificiales" tiene el handicap añadido del riesgo a que en un momento dado esa misma mano del hombre que creó estos espacios, influya ahora negativamente en la destrucción o modificación de los mismos. 
Si bien el chorlitejo chico debe de recurrir a ellos ante la impasible destrucción de los espacios tradiciones de cría por culpa del encauzamiento de ríos, la contaminación o la destrucción del hábitat. Hay que sumarle a que siendo una especie que anida en el suelo y en zonas descubiertas, tiene una gran tasa de depredación natural por parte de animales o por el contrario de las molestias que causamos al caminar por esas áreas sensibles.
Muy escasa durante los pasos migratorios, aunque algún ejemplar puede aparecer. No deben de existir muchos datos sobre el número de parejas que crían en Asturias, pero seguramente sean muy pocas, pues las observaciones en esta época son muy escasas. Migrador tranahariano,  inverna en el Sahen, es decir más abajo del conocido desierto del Sahara.
Hembra:
Ave que aparece cómo de Interés Especial dentro del Catálogo de Especies amenazadas, es un auténtico lujo primero que al menos seís parejas nidifiquen (o al menos lo intenten) en el concejo en el que vivo, Gijón; y más aún que gracias a un buen amigo Pablo Fernández que siempre me ha ayudado (especialmente desde que vivo en Gijón) en esto de los bichos, yo haya podido observar a placer (gracias a él) las evoluciones de una de estas escasas y esquivas parejas de Chorlitejos chico que han decidido criar este año en Asturias.
Macho:
Solamente con su permiso expreso he decido publicar las fotos de estas visitas realizadas esta misma primavera, pero por lo escaso y significativo del ave, su momento actual de nidificación (además en el suelo), la excesiva confianza que muestra ante los humanos y potenciales peligros, y porque así se me ha pedido expresamente, voy a omitir el lugar en el que se han realizado las fotos, ya que cualquier perturbación (con la mejor o peor de las intenciones) pueden suponer un factor desencadenante para el abandono de la misma.
Por otro lado, siendo un ave dificil de ver y en escaso número en la región y además estéticamente preciosa, puede ser desgraciadamente el blanco de muchos fotografos que ,amparados en el difuso mensaje de la conservación y de la naturaleza, tienden inevitablemente a molestar al bicho en la simple búsqueda del "cromo", de sumar a su lista de aves, o de lograr la mejor foto etc. cómo vemos que ya ha ocurrido en anteriores ocasiones. 
Dicho lo cuál me queda añadir de que las fotos obtenidas fueron tomadas en dos visitas solamente, con diez días de diferencia entre ambas y por escaso tiempo (unos 10 minutos) además se realizaron en aquellos momentos en los que la hembra había depositado dos huevos de los cuatro que suele constar la nidada de esta especie, esto quiere decir que con solamente dos huevos la pareja de chorlitejo chico no estaba echada incubando de manera constante en el nido, sino que éste aún permanecía mucho tiempo vacío (cosa que puede sorprender) con los dos huevos al descubierto y con la pareja alimentándose alejada del mismo. 
Toda medida y cautela es poca en estos casos, por lo que las dos únicas fotos que hay del nido se han tomado en aquellos momentos sin la presencia de los Chorlitejos cerca y cuando la puesta no estaba completa; siempre a distancia, con prudencia y tomadas con el teleobjetivo (fotos a 500mm y con recorte). 
Mi experiencia es que al chorlitejo chico puedes tenerlo delante y no darte cuenta de su presencia, cómo me ocurrió a mi, solamente una localización precisa anterior, un golpe de suerte o un oído muy fino pueden ayudarte a encontrarlo en el ambiente en el que se mueve, pero yo por más que lo escuchaba, no conseguía localizarlo en la distancia en aquellas amplias tierras degradadas.  En cambio cuando se mueve o mejor aún cuando vuela, da el cante al instante; pero en estas fechas ya pasado el celo, el chorlitejo es más bien discreto, confiado en el camuflaje de su plumaje, en su quietud (a una pata) y siempre atento con un ojo puesto en el cielo, pues el limícola sabe que uno de los mayores peligros le vendrá por arriba.
Con estas características soprende cómo observándolo a lo lejos, pasan a su lado numerosos potenciales peligros cómo por ejemplo: perros y gatos, otras aves (Gaviotas, Milano negro, Halcón o las astutas Cornejas...) los irremediables humanos y hasta camiones apenas a unos metros suyo (sí: camiones) y en cambio el bicho permanece impasible, en su sitio, sin moverse.
Del nido destaca su tremenda simplicidad, apenas consiste en un pequeño hoyo excavado en el suelo por el macho, de pocos centímetros de profundidad y con forma de cuenco. Apenas han depositado unas hierbas en su interior y desde luego está completamente al descubierto; quizás esa simplicidad sea la clave del éxito de que el nido pase desapercibido. Los huevos nada más verlos llaman la atención por su desmedido tamaño en comparación al del pequeño ave y por su forma de pera y con puntos negros/marrones. Visto desde arriba deben de pasar totalmente desapercibidos en un fondo de decorado compuesto por piedras, guijarros y arena.
Cómo decía anteriormente la puesta consiste en cuatro huevos que no va poniendo a la vez, sino que pueden pasar días hasta que a partir del tercer huevo es cuando el chorlitejo se dedica exclusivamente ya a la incubación durante unos 25 días. Los pollos cuando nacen son alimentados por macho y hembra indistintamente, pero rápidamente abandonan el nido en la búsqueda seguramente de una mayor cobertura o seguridad y a los otros 25 días ya tienen la ansiada capacidad para el vuelo. Cómo podéis ver estos bichos funcionan rápido, pues no es moco de pavo el ambiente peligroso en el que nacen y el viaje que posteriormente deben de emprender.
Resulta curioso como en esa confianza que muestran ante el peligro, el chorlitejo chico te recibe quieto y apoyado en una sola pata, dando pequeños saltos cuando se quiere mover del sitio.  He observado que cuando el potencial peligro ya es irremediable y ya se convierte en peligro, el chorlitejo chico adopta dos estrategias: por una parte puede agitar el cuerpo de arriba hacía abajo nerviosamente, pero sin moverse del sitio, o bien utilizar la táctica del ave herida, dejando caer un ala y alejándose de la posición del nido, con ello llamando irremediablemente la atención de cualquier depredador que pensará ante esta estampa que el ave está herida, por lo tanto vulnerable y fijando su atención en ella. 
Es una de las aves que primero se puede presentar aquí, en abril ya lo podemos encontrar en nuestra región, pero por tanto también es de las primeras en criar e irse, allá entre julio a septiembre. El invierno lo suele pasar en el este o bien del Mediterráneo o bien de África. Cuando están de paso en sus viajes pre- y post- apenas se deja caer por nuestras costas y casi siempre ejemplares solitarios, por lo que es relativamente raro encontrarlo en grupo migrando, aunque también hay algún ejemplo lo hay: 
Paso Chorlitejo chico Asturias
Para ir terminando os dejo un vídeo, os recomiendo si podéis verlo en calidad HD a 720p:
Espero que os haya gustado la entrada de hoy, como siempre: gracias por pasaros por aquí y especialmente a los que dejáis unas letras.

Un saludo!!

19 de mayo de 2014

EL GORRIÓN ALPINO (Montifringilla nivalis)

Hola amigos/as de la natura!!
Hoy ,aún con agujetas y algún calambre, toca hablar de una bonita y escasa ave a la cuál tenía personalmente muchas ganas de dar con ella y poder observar especialmente en esta época, toca hablar de uno de los "especialistas" alpinos, de la alta montaña: el Gorrión alpino (Montifringilla nivalis).
Al que también parece ser que se le llama "gorrión nival",  o "pardal de alta montaña" ambos nombres en este caso son muy apropiados por el entorno por el que se mueve este bello pájaro.
Y es que recordando la discursión/conversación de un gran conocedor de la fauna como es Xuan y un desafortunado espontáneo, todo ello mientras colocábamos unas cajas-nido en un parque de la ciudad, me recordé de la trampa que sagazmente preparó el amigo Xuan, preguntando a aquél hombre (que se autodefinia "el mejor conocedor de páxaros del mundo") por cuántos tipos de gorrión conocia el infeliz hombre para así poner en prueba sus "grandes conocimientos" en aves... Claro está que el incauto paisano cayó en la trampa pensando que le tomaba el pelo y respondiendo que solamente había una sola especie de gorrión, el Gorrión común "el de toda la vida".
Como suelo repetir: no soy biólogo  ni experto pero seguramente hace miles de años todos los gorriones sí procedían de uno sólo, y tal vez tuviera razón de aquella el paisano y procedieran todos de nuestro gorrión común, ave abundante y urbano que todos conocemos y que es el ave que habita en mayor parte del mundo, pero ciertamente el gorrión debió de especializarse según el entorno en el que iba habitando, apareciendo por ejemplo: el gorrión chillón, el moruno, molinero, alpino...
Cómo veís no solamente existe el típico gorrión de ciudad, urbano, oportunista y que se adapta a todo tipo de edificaciones y entornos, sino que también existe un gorrión de la montaña y no precisamente en cualquier montaña, sino que al Gorrión nival le gusta subir bien alto.
Personalmente desde las fugaces y lejanas observaciones que había tenido hace ya mucho tiempo, casi en la era "pre-réflex digital", tenía interés en acercarme a la montaña y dedicarle unas horas a esta bonita ave que puede que por ser gorrión parezca de antemano que es un ave normal, abundante y sencilla, pero que en cambio observada en su medio es un ave sorprendente ya desde el duro hábitat en el que vive pasando por su bello y adaptado plumaje. Cómo digo solamente en las estribaciones situadas en una cota de entre unos 1.700 y 2.000 y hasta 3.000 metros podemos encontrarlo, y tampoco sirve cualquier altitud, sino que tiene que ser o bien en dos reductor: en la Cordillera cantábrica /Picos de Europa y en los Pirineos.
De los gorriones es quizás el más llamativo y singular en cuanto plumaje, pues observándolo de cerca predomina en su pecho, parte de la cola, paneles alares y partes inferiores el blanco sobre el tradicional pardo característico de esta familia. 
Ese blanco lógicamente tiene su finalidad cuando se desplaza por el suelo de los canchales en busca de alimento, pues en un suelo nevado (o con neveros) será más complicado detectarlo para cualquier enemigo que pretenda desayunarlo.
De buen porte es el más grande y robusto de la familia y junto con ese singular plumaje hacen que cuando lo ves no hay error o confusión con otra especie en estas latitudes y más aún cuando vuela, pues con tanto blanco en su fuselaje hacen que de el cante al instante.
No conozco censo alguno ni situación actual de la especie, pero pienso que como muchas otras aves alpinas, por la singularidad y el aislamiento de su hábitat unido a las dificultades y dureza de la vida allá arriba o la presencia de múltiples depredadores, nunca debió ser un ave muy abundante. Por el contrario, al igual que el Acentor alpino, es un ave que puede sorprender en su primera observación primero por el gran tamaño o el color de su plumaje, pero también porque se muestra extrañamente confiado ante la presencia del hombre.
El gorrión alpino es teoricamente un ave sedentaria, si bien cuando llega el crudo invierno a los cordales más altos e inóspitos de la montaña, pues como el resto de animales que viven por allá, se ve obligado a desplazarse a otros lugares más bajos y con condiciones climatológicas más benignas, pudiendo desplazarse a otros lugares no tan propios y característicos que se le presuponen, pero eso sí nunca bajando menos de los 1.000 metros.
Montaña y altura, canchales y laderas, roquedos con neveros y pastos alpinos son los lugares idóneos para buscar a este ave, por lo que en este caso tocaba ponerse las botas, disfrazarse de montañero y cargar con equipo y víveres. Con las aves y más especialmente con las especializadas en alta montaña ocurre lo siguiente (o al menos esa mi experiencia) puede ser que llegues y cómo se suele decir sea "llegar y besar el santo", o puede ocurrirte cómo a mi en este caso que en un espacio concreto, con presencia segura de la especie y con citas en días anteriores o en el mismo día, no sea capaz de ver ninguno o al menos de manera decente; en cambio otros días puede que literalmente y con la confianza que tiene la especie, se te posen al lado a comer flores como en mi última visita.
De las tres salidas que le dediqué subí la primera vez con la esperanza de poder verlo rodeado completamente de nieve, en un ambiente de postal (o esa era mi idea desde casa), la realidad es que a pesar de que el invierno había pasado y no era de los peores en cuanto a nieve, antes tan siquiera de llegar al puerto éste ya se encontraba cerrado por la acumulación de nieve, por lo que además de subir el puerto a pata dejando el coche abajo, tocó ponerse serio para poder ir avanzando por dónde en teoría transcurría el asfalto.
Una vez coronado y a unos 1600-1700 m. las polainas y las patas largas no fueron suficientes para avanzar sobre la nieve blanda, por lo que acabé desistiendo a falta de 2 kms y con nieve por la cintura en algunos tramos. Además dado la ausencia de otras alpinas (chovas, treparriscos o acentores...) me daba que me había adelantado a la llegada de los gorriones a sus cuarteles de primavera-verano.
En la segunda ocasión ya iba con lección aprendida y "jarto" de pisar nieve (que bonita es para fotografiarla, pero para caminar por ella...) por lo que fuí con un radiante y primaveral día de sol, tampoco es que fuera a piñón por este ave y no me sirviera otra cosa, sino que también hay que dejarse llevar y ver lo que nos ofrece la montaña que por otro lado no es poco.
Bicho aquí bicho allá. cuando después de comer llegó el turno de centrarse en el gorrión y su localización, pero las cosas como son, antes de la que la densa niebla me echara de allá no había ni rastro del plumado. Así que tocaba irse para casa y nueva disculpa para darle a la Tamy... Por lo menos al gran Roberto y a mi un zorrete nos dejó unos minutos de observación mientras buscaba algún topo o roedor en las amplias praderas, hasta que la niebla también se lo tragó... Y es que un día de sol aquí arriba en cuestión de minutos se puede volver desapacible.
A la tercera cómo se suele decir va la vencida o en mi caso: va mi cabezonería, porque esta vez ya eran más horas, más pronto, más pateada y más centrado en esta y quizás otras dos especies más, que por compartir el mismo espacio, podría dedicarle algún tiempo, eso sí: con la cabeza puesta en el gorrión. Cada ave en la montaña tiene su sitio; los bellos y llamativos Escribano cerillo en la zona baja, la de piornal, recién llegados pues éstos son de los que vienen a criar y han invernado en otros continentes.
Comparte espacio con otros de la familia, el también bonito pero menos llamativo Escribano montesino
Dejando el piornal atrás, comienza el territorio fielmente defendido por la bella Collalba gris, praderas alpinas pero con algo de piedra en dónde críar en sus huecos y utilizarlas además como perchas:
Más arriba aún, cuando el verde se acaba y comienza la piedra comienza el reinado del Acentor alpino, quizás el más conocido de las aves alpinas y desde luego, de los que más se dejan fotografiar. Además este es de los primeros en llegar tras las nevadas y de los últimos en marchar.
Ya en la propia base de la montaña, en dónde ya hay que trepar, habitan otras aves rupícolas, como por ejemplo el estival y bello Roquero Rojo, que ya con su nombre lo dice todo. Ave que se posa en las crestas más inaccesibles y que mantiene las distancias mientras emite su bonito y melódico trino. A este habrá que dedicarle un buen reportaje próximamente pues el ave bien se lo merece:
O también el pájaro más emblemático de cualquier montaña, el más esquivo y deseado por todo ornitólogo cuando sube a la montaña: el Treparriscos. En este caso aparece en la lejanía entrando y saliendo de un prometedora grieta en la base de la montaña. La foto no hace justicia del espectáculo que me dio "mariposeando" de lado a lado de la pared seguramente buscando alimento y de cuando en cuando con su característico reclamo.
Todo ello con las tradiciones Chovas de banda sonora, tanto la abundante Chova piquiroja como la alpina Chova piquigualda, éstas lo mismo andan arriba en los riscos posadas que abajo en los prados alimentándose. Cómo buen córvido, oportunistas e inteligente, se entretienen cortando el aire haciendo malabarismos casi impropios de un ave de ese porte.
Y por el cielo patrullado por las grandes rapaces: Aguila Real, Cernícalo, Alimoche, culebreras, algún Milano negro o el Buitre leonado:
Imposible no tirarles una foto, pero centrándonos en el título de la entrada de hoy, cualquiera que hubiera venido conmigo las dos primeras veces seguramente se llevaría una impresión completamente diferente del Gorrión alpino que en cambio en esta última visita, pues si en las dos primeras cierto es que no hubo ni rastro de ellos, en esta última y definitiva ocasión fueron los gorriones los que dieron conmigo y no yo con ellos. Lo fácil sería hacer referencia a lo vivido positivamente con la especie y omitir los intentos infructuosos anteriores, pero hay que ser justo y decir que me ha costado mucho más de lo deseado y me ha hecho sudar como hacía mucho tiempo que no hacía.  Cómo digo otros (amigos incluso) les fue mucho más sencillo, menos épico y desde luego más placentero la observación de este bello ave días atrás.
Por ello quizás la primera observación buena que he tenido con el gorrión fue doblemente grata, primeramente por lo anteriormente descrito y en segundo lugar por la situación de ver llegar volando a una pareja de gorriones emparejados, cortejando y de cuando en cuando comiendo florecillas, todo ello solamente a unas decenas de metros de mi posición.
Fotograficamente hablando, lo malo de subir a la montaña en estas fechas (o con días despejados de sol) es que puedes caer en el error de pensar que así tendrás mejor luz (y más los del norte que nos pasamos el año a "oscuras") pero cuando la distancia es amplia, el ave encima no ayuda al ser blanca y se mueve entre piedras que absorven el calor... hace que ya a media mañana se produzca una incómoda reveración y refracción de la luz del sol, por lo que si además el fotografo es malo el resultado es que las fotos lógicamente sean una mierda, y que encima pierdas más el tiempo en corregirlo inútilmente en los parámetros de la cámara que en la observación en sí.
Aún así (y borrando muchas de las fotos obtenidas) en algunas imágenes "salvables" se puede también apreciar el dorso marrón en contraste con el blanco de las partes inferiores y todo ello coronado con una cabeza gris y un pico en esta época negro y en invierno amarillo.
Visto de cerca desde luego se cumple la descripción de lo que marcan las guías, no deja de ser un gorrión esbelto (especializado en la montaña) con el comportamiento y los gestos que se asemejan a los gorriones de ciudad, pero eso sí con un plumaje que llama la atención ya a lo lejos (en especial los panales alares y de la cola) y con algo soprendente: una variedad en el repertorio de trino, mucho más rica que sus parientes y quizás acentuada por la época en la que nos encontramos, que hace que ir a cualquier sitio de la montaña sea un placer visual y ahora también sonoro.
Ladera arriba en pleno pedregal observo un pequeño grupo de tal vez 4-6 aves, no deben de ser grupos muy amplios, pero estos dos que tengo más cerca se ve que ya van a lo suyo y pasan de multitudes, se han alejado del resto del pequeño grupo y el macho hace un Camachuelo, básicamente seguir a la hembra pero realmente hacer poco, pues es la hembra la que pronto se dedicará (si no lo está haciendo ya en esos momentos) a la construcción del nido y puesta de la única nidada del año. El macho en cambio a pesar de que ayuda a la hora de empollar, esperará a la hembra pacientemente y la acompañará allá dónde ésta vaya. 
Al marcharse volando el macho hace lo propio tras ella, montaña arriba parecen dos bolas de nieve en movimiento, y a la vez me dan una pista de en dónde pueden estar fabricando su chabolo.Toca subir entonces ladera arriba, sin más senderos que los que marcan los mismísimos rebecos que me miran desconfiados a lo lejos, pues los humanos aún no somos muy frecuentes por sus dominios y menos aún cuando se juega una final de liga...
Encuentro una posible explicación del porqué no he dado con ellos en mis anteriores visitas y es que los gorriones (al contrario de lo que se puede pensar) veo que prefieren moverse por la cara norte de la montaña, formada completamente por paredes verticales de piedra caliza, más fría y expuesta a los vientos y que podríamos pensar que es menos adecuada para criar  sin embargo la ladera sur, más llana, soleada y con vegetación herbácea solamente la utilizan para alimentarse y moverse en grupo, pues están más expuestos a los depredadores y los nidos serían también más accesibles por tierra.
Vuelvo a sentarme en una vaguada entre dos montañas emblemáticas, el paso de ruidosos grupos de multicolores ataviados montañeros no parece molestar en demasía a las aves, tampoco algunos de los escaladores que ya comienzan a trepar por las cumbres soleadas. En este estratégico lugar y relajado (sin la intención ya prioritaria de fotografiar) y sí de observar y disfrutar del paisaje, apuro los últimos momentos del día. 
Además desde aquí veo cómo aprovechan este punto más bajo para pasar del lado vertical y rocoso del Norte a las praderas del sur. No hay mejor manera de relajarse al sol en un estupendo día primaveral en la montaña asturiana.
Espero que os haya gustado la breve entrada de hoy; por último os dejo un breve vídeo que recomiendo ver en calidad HD.


Gracias por las visitas y los comentarios!!