26 de febrero de 2016

BÚHO CAMPESTRE. (Asio flammeus)

Hola amigos
Cambiamos radicalmente de especie y también de hábitat respecto a la anterior entrada publicada en este humilde blog, hoy vamos a hablar de un ave que cuenta de una gran simpatía admiración parte no sólo del público general sino también del especializado porque si nos paramos a pensar sinceramente: ¿A quién no le gustan los búhos?. 
Toca hablar por tanto de la anteriormente mal bautizada: Lechuza campestre y ahora denominada (más acertadamente para mi gusto) cómo: Búho campestre (Asio flammeus). Partiendo de la base que en estos diez años de pajareo "más intenso" ni personalmente cuento con grandes observaciones de esta especie, ni por tanto tampoco hay en el disco duro grandes fotografías de estos avistamientos. 
A diferencia de los otros miembros de la familia, el Búho campestre es el que manifiesta unos hábitos diurnos; todos alguna vez hemos visto o mejor dicho: escuchado a algún Cárabo despistado a mitad de la mañana reclamar en la inmensidad del bosque o algún Mochuelo especialmente activo al mediodia cambiando de posadero o de tejado etc. 
Pero generalmente son situaciones un tanto atípicas para estas especies nocturnas, dado que cuando realmente están activas es durante la noche o bien en las horas crepusculares. Sin embargo al Búho campestre aunque si bien también tiene preferencia por moverse en las primeras o últimas horas del día, bajando su actividad en las horas centrales (por otro lado, como la mayoría de especies) es la única que podemos observar activa a cualquier hora del día.
Otra de las cualidades que destacaría de esta especie es que tiene un comportamiento gregario, pudiendo reagruparse para formar dormideros durante el invierno. En este sentido siempre recordaré ir caminando por las tierras zamoranas en compañia de la Santa y del gran Roberto Menéndez e ir observando Búhos posados juntos en todo aquél promontorio que levantara o destacara un par de palmos sobre el suelo, llegando a contar varias decenas de ellos sólamente en una tierra recién arada. 
Finalmente, cuando llega la época de crianza cambia de tercio y se comporta como una especie territorial e incluso agresiva con otras especies o incluso con sus mismos congéneres con los que antes compartía dormidero amistosamente.

Otra de las diferencias con el resto de nocturnas es que junto al Autillo o al Búho chico es un ave netamente migradora, errática y nómada. Hasta hace unos años la presencia de esta especie se ceñía a los ejemplares que llegaban en invierno procedentes del Norte y Centro europeo y que venían aquí a pasar lo mejor buenamente posible los meses más fríos y más escasos en cuanto alimento, si bien en la década de los 90 parece claro que hay también asentada una población reproductora peninsular propia, especialmente en Aragón, Castilla y León, La Mancha, Extremadura.. 
La zona más interesante para la especie en la Península parece ser que es la Tierra de Campos (Valladolid, Zamora, León y Palencia) con un hábitat apropiado para la especie: zonas abiertas, sin apenas vegetación y sólamente con algunos matorrales y árboles combinadas con áreas cultivadas junto a otras de barbechos y rastrojeras.
En cambio los ejemplares migradores del Norte y Centroeuropa parecen escoger también otros lugares de la Península para invernar que a priori no tienen nada en que parecerse a las llanuras de la Meseta, cómo por ejemplo mi amada Cornisa cantábrica o el litoral Levantino y Andaluz, Valle del Ebro o incluso las Islas Baleares, Canarias...
En Asturias contamos casi todos los inviernos con la presencia regular de algún ejemplar, este invierno por ejemplo en la rasa costera del Occidente ástur, así como también en la otra punta, concretamente en la Ría de Villaviciosa. De ambas observaciones contamos con las fotografías impresionantes de otros compañeros como son Gilberto Jardón o Miguel Puente.
Llamparego
Cuaderno del Migue
El aumento de su población parece tener relación a varias causas entre las que destaca la disponibilidad de su alimento predilecto, generalmente el Topillo campesino (Microtus arvalis) que tan famoso se hace cada ciertos años en los medios de (des)comunicación por arruinar las cosechas de los maltrechos agricultores cuando les da por reproducirse a lo bestia y convertirse en plaga, como por ejemplo la del año 2.007. 
Su Protección frente a la caza y especialmente su valoración en estos últimos años por las gentes del campo como el mejor (y gratuito) aliado frente a los roedores (el Topillo supone el 70% de la dieta estudiada en el contenido de las egagrópilas), hacen que los números de Búho campestre parece que hayan mejorado últimamente, eso sí siempre pendiente del filo de una alteración de los usos del campo y de su alimento y de cuánto raticida esté aliñado.
En cuánto a mis observaciones de la especie en estos años he tenido la suerte de observar en invierno tanto a los escasos ejemplares aquí en Asturias, cómo a los abundantes Búhos invernantes en Villafáfila (Zamora) dónde se han llegado a contar grupos de 20-30 y cerca de 40 ejemplares, también algún ejemplar en paso otoñal o finalmente en primavera he podido ver a los escasos búhos nidificantes en la Tierra de Campos. Cómo veis: hay un poco de todo.
Me quedo con varios momentos gratificantes de todas estas observaciones obtenidas como por ejemplo el que os comentaba antes de ir caminando al oscurecer e ir viendo un bicho posado y otro y otro más casi juntos en las tierras recién aradas de la fría llanura zamorana en el invierno del año 2.014 que por otro lado pareció ser un año bastante prolífico para la especie.
También otro "momentazo" fue en el otoño en Llanes (Asturias) mientras miraba para la mar en La Talá y ví como desde la lejanía iba avanzando directamente desde la mar hacia mi posición un ejemplar completamente agotado, con ese aleteo tan característico.
Desde finales de septiembre podemos observar con un poco de suerte el paso migratorio de estas bonitas aves, seguramente procedentes de Europa que bajan para pasar el invierno, en este caso el ejemplar que llegó a sobrevolarme por encima sin que yo me moviera (hay que tener suerte con todos los kms de litoral que tenemos..) estaba completamente exhausto, por lo que al llegar tierra literalmente se tiró al primer matorral que encontró superado el acantilado.
Con el ave totalmente inmóvil agotada recuperando fuerzas a pocos metros míos, podría haberme aprovechado de la situación y haberle sacado las mejores fotos que uno pudiera pensar de esta especie tan escasa en Asturias, pero las circunstancias eran las que eran y decidí ante todo respetar al ave y no intentar meterme entre el matorral para poder fotografiarla, así que el ave perfectamente camuflada en el suelo finalmente pudo descansar a pocos metros del paso de caminantes, perros y bicicletas ajenos al ave que tenían a solamente unos metros escondida.
Finalmente el tercer momento vivido con esta especie es sin duda cuando se ponen en plan de caza. El búho campestre puede cazar o desde un posadero lanzándose en picado sobre su víctima o en cambio cazar en vuelo, generalmente utiliza esta segunda táctica, pues es raro verlo posado por ejemplo en un árbol. 
Quién ha contemplado esta acción sabrá lo que digo cuando literalmente quedas embobado mirando como el Búho comienza a volar a campo abierto inspeccionando desde el aire el suelo, realizando quiebros y picados al momento que observa una presa en el suelo, pues caza con la vista y no con el oído, despliega las largas alas extendidas y las mueve de manera lenta, ondulada.
Otra singularidad es que es el único búho que construye nido, concretamente en el suelo perfectamente camuflado entre los rastrojos o lindes. Ciertamente el mismo no es una maravilla de la ingenieria ni deben de perder mucho tiempo en la construcción del mismo sino que se limita a arrimar las hierbas más cercanas al mismo, pero algo es algo. 
Voy cerrando el chiringuito por hoy con el recuerdo de mi última observación de la especie hace una semana en el occidente asturiano, casi al anochecer con un búho tirándose continuamente en vuelo sobre aquellos pajarillos insensatos que buscaban refugio en el suelo. Me sirvió como terapia contra el estrés equivalente a dos días de balneario...
Espero que os haya gustado la entrada. Un saludo!